El constante aumento de la población mundial, la demanda cada vez mayor de consumo en los países emergentes y la multiplicación de aparatos eléctricos en un mismo hogar en los países llamados “desarrollados” han aumentado considerablemente la demanda mundial de energía.
Por el contrario, los recursos de combustibles fósiles (petróleo, gas, uranio, etc.) están disminuyendo. Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), teniendo en cuenta el aumento de la población mundial a más de 9.000 millones de personas en 40 años, las reservas de petróleo y gas se reducirán entre un 40 y un 60% para 2030.
Como ocurre con todos los “mercados” existentes, una caída de la oferta (reservas) combinada con un aumento de la demanda conducirá inevitablemente a un incremento de los precios.
Por el contrario, las energías renovables, por definición, no tienen límites en su potencial y la energía solar puede ser explotada en toda la superficie del planeta.